26 de mayo de 2007

El máximo exponente de la democracia, la emisión del voto.


Me suelo conformar con muy poca cosa, no hace falta mucho para ser feliz.
A veces, las cosas más pequeñas, son las que más importancia tiene en la vida. Por ejemplo, el acto de votar.
Hoy es jornada de reflexión, mañana nos toca ejercer nuestro derecho de elegir a nuestros rectores - no mandamases - para los próximos cuatro años. Los que deben de encargarse de administrar los bienes colectivos, dando el mismo tratamiento a todos - esa es la idea - sin que nadie quede discriminado por razón alguna.
El punto culminante de la democracia, se desarrolla mañana y me encantaría que el listado de electores de la mesa, en que ejerceré de interventor, quede al final de la jornada, completamente marcado; que la asistencia sea masiva.
Con que poco, seré feliz; por lo demás, aceptar el resultado y salga elegido quien salga, si son los mismos, que reconozcan sus errores y los corrijan, si son otros, que aprendan de los errores anteriores y no los repitan.
Felicidades para todos, los que mañana podrán ejercer ese derecho; no hace falta crispación, hace faltan votos, compromiso y que la jornada se desarrolle con total normalidad, que sea una fiesta de la democracia, repito, felicidades.

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